¿A los hombres heterosexuales ya no les interesa (tanto) el sexo?
Lo habitual (y profesional) sería, y soy muy consciente de ello, comenzar el artículo haciendo alusión a algún estudio que sustente el tema que hoy vamos a tratar, pero permitidme la licencia de recurrir a una serie de recientes conversaciones entre amigas en las que he encontrado un punto común: la mayoría se ha sorprendido a sí misma prácticamente “suplicando” a sus amantes tener sexo. Confieso que yo he hecho lo propio (bye, intimidad!) hace unos meses (lo peor es que no tuve orgasmos, sino un NO inmenso), y por supuesto, la consecuencia directa es una nueva bofetada a mi ya-de-por-sí-frágil- autoestima.
Pensaba que se trataba de meras casualidades hasta que me topé con un artículo en ‘Dazed’ llamado ‘¿Por qué los hombres heterosexuales ya no quieren tener relaciones sexuales?’. Y ahora sí recurrimos a los estudios, que señalan que uno de los motivos por los que cada vez los hombres quieren menos sexo puede ser que la realidad no coincide con lo que el porno les ofrece. “En la industria del sexo hay tantas expectativas que muchos hombres que la consumen con regularidad pueden interpretar erróneamente que no se topan con “mujeres reales”. Los comportamientos, cuerpos y situaciones del porno son poco realistas, además, no ven conexiones reales en el sexo mientras ven porno. Por lo tanto, a partir de sus experiencias viendo porno asumen que esto es lo “normal” que esperar de las mujeres en el sexo”, explica a ‘Elle’ Emiliy Clayson, portavoz de EasyToys.
“Sin embargo, esa situación no se cumple en el sexo real, que puede resultar aburrido o no cumplir las expectativas, lo que les puede llevar a desistir de intentarlo con otra mujer. El porno no muestra las conexiones, el consentimiento, el romance, la pasión y la importancia del sexo. Si los hombres iniciasen una situación sexual con la mente más abierta, en lugar de asumir lo que está a punto de suceder, podrían no sólo explorar más con su pareja sexual, sino también evitar aburrirse/desilusionarse rápidamente. Los hombres necesitan estar más informados sobre lo que implica el porno y cómo puede diferir de las situaciones reales. Así podrían hacer que su vida sexual fuera muy interesante si supieran lo que tienen a su alcance, en lugar de limitarse al porno”, dice.
Ana Lombardía, experta en salud y bienestar sexual de We-Vibe, señala que en consulta se ha dados cuenta de que realmente, el porno está afectando a muchas parejas. “En las personas jóvenes afecta más todavía, porque suelen haber comenzado el consumo de porno muy de niños y, por tanto, su sexualidad se ve afectada mucho más, cuando son más vulnerables y todavía no han tenido más experiencias fuera de la pantalla. En las parejas adultas también afecta mucho, porque la pornografía se ha democratizado y está al alcance de todos; hace unos años tenías que tener un ordenador y un router para poder acceder, y ahora lo tenemos a mano todo el día, en el móvil”, asegura.
En realidad, el terreno del sexo es también el de las incertidumbres, y en ocasiones nos topamos con un desequilibrio en el campo del deseo, que además se enfrenta con la forma en la que el imaginario colectivo ha esbozado la sexualidad masculina como un pozo sin fondo de deseo. Ahora que por fin el deseo sexual femenino sale del armario, este choque resulta llamativo. Arola Poch, sexóloga de la red social liberal Wyylde, señala que lo primero es entender que es normal que haya diferencia en el nivel de deseo sexual y que no es ni mejor ni peor tener más o tener menos. “De esta manera, se suavizan frustraciones, culpas o sensaciones de “deber” que no ayudan a generar el deseo. Luego se puede trabajar para estimular esa parte erótica en quien tiene menos deseo, si es lo que la persona quiere y siempre desde el respeto y sin presiones. Y si cada uno está bien como está, quizás se pueden plantear otros modelos relacionales, como una relación abierta”, asegura.
En el artículo anteriormente mencionado de ‘Dazed’, Niloufar Haidari escribe lo siguiente: “El hecho de que las mujeres sean independientes y autosuficientes no es ni será nunca algo malo; de hecho, es crucial para evitar que retrocedamos hacia un mundo en el que no se nos permite hacer ni tener nada sin permiso masculino. El problema con las relaciones heterosexuales modernas no es que las mujeres ya no sean sumisas a sus parejas masculinas, sino que los hombres heterosexuales no han logrado encontrar una manera de definirse a sí mismos en un mundo en el que ya no dependemos de ellos. Frente a mujeres independientes que no los necesitan, sino que sólo las desean, y que ven a sus parejas masculinas como pares en lugar de amos a quienes someterse, se sienten amenazados sexualmente, como si su disfrute del sexo dependiera de entenderlo como un acto de confrontación expresado en control y dominación en lugar de como puro placer”.
Emiliy Clayson asegura que aunque podría decirse que las mujeres tienen ahora más confianza en el sexo y a la hora de tomar el control de su sexualidad, ella no lo abordaría como algo que asuste a los hombres, sino como un cambio empoderador para las mujeres. “Una mujer debería tener confianza en sus sentimientos, su aspecto y su forma de actuar. Para algunos hombres puede resultar inesperado ver a una mujer así, pero no debería verse como algo negativo. Las mujeres deberían establecer sus propios estándares de lo que es verdaderamente realista en el sexo y las relaciones y compartirlo de manera orgullosa y sincera con el mundo”, opina.
“Una mujer segura (no sólo en el sexo), que rompe con los roles de género tradicionales, que empieza a demandar qué quiere, a no quedarse callada como antes, puede generar inseguridades. Además, cuando una mujer explora libremente su sexualidad y tomas las riendas, puede descubrir un potencial de placer enorme que puede superar al del hombre”, dice por su parte Arola Poch. Lombardía explica que antes, sobre todo en las relaciones heterosexuales, sólo contaba el deseo del hombre y la mujer tenía que limitarse a cubrir esas necesidades. “Muchos hombres ahora sienten que no saben cómo actuar, no saben cuál es su papel, cómo dar placer a una mujer, cómo involucrarla a ella en el juego sexual… Antes desde luego era más fácil, porque no había que “contar con ellas”, había menos factores a tener en cuenta”, señala.
En cualquier caso, encuentro curioso el hecho de que las redes sociales estén ahora repletas de tests con los que descubrir “tu tipo de apego”, reels de coaches animando a sus seguidoras a huir de relaciones con hombres “inaccesibles emocionalmente”, un sinfín de “quotes” a soltar durante conversaciones decisivas con parejas/amantes para “dejar claras tus necesidades”, descubrir si “él es un narcisista de libro” y cómo no, otro clásico: aprender a “establecer tus límites”. Pero… ¿Y ellos? Parece que la terapia es ya casi obligatoria para las mujeres, pero, ¿están ellos deconstruyéndose realmente? ¿Acaso no están las heterosexuales y bisexuales aprendiendo a navegar en un
malmar sentimental en el que muchos no se han molestado en resolver el porqué de esa inaccesabilidad emocional, de su miedo al compromiso o de su actitud infantil? Como dice Shon Faye, autora de ‘The Transgender Issue: An Argument for Justice’, “la falta de agencia de las mujeres solteras, a menudo profundamente sentida, en las citas y romances heterosexuales se ha privatizado en el lenguaje de la patología y el trastorno”.Si tu pareja no tiene ganas de mantener relaciones sexuales o si te has topado con el “me duele la cabeza” de turno, que no cunda el pánico. Parece que la masculinidad hegemónica trae aparejada la idea de que el hombre siempre tiene ganas de tener sexo. Sin embargo, una de las funciones del feminismo es reformular algunas fórmulas de masculinidad y recordar que la idea de que el hombre tiene unas necesidades sexuales irrefrenables, lejos de ser una realidad, forma parte del discurso patriarcal. Incluso Clara Serra, autora de ‘El sentido de consentir’, se pregunta por qué tantos hombres toman viagra, si porque quieren practicar sexo o si porque han de cumplir con un mandato social concreto que ni siquiera encaja con sus deseos. Lo que yo me pregunto es si no necesitamos menos viagra y más terapia para paliar problemas emocionales y sexuales.